La Ley de Cristo no es una nueva ley traída por el Hijo de Dios distinta a la Ley que fue dada a Moisés, sino más bien la consecuencia en la persona del cumplimiento espiritual de aquella. Sabemos que no hay nadie que pueda cumplir los 613 mandamientos y ordenanzas de que consta, y que fue Jesucristo, Dios con nosotros, quien la cumplió, llevando a la Cruz los pecados de todos, en aquél cuerpo de carne que adoptó para su obra redentora.
La Ley de Cristo la encontramos enunciada en Gálatas 6:2 ...sobrellevad los unos las cargas de los otros y cumplid así la ley de Cristo... El contexto completo nos habla de las faltas de nuestros hermanos y de las propias, las de cada uno de nosotros, y nos enseña a que siendo espirituales restauremos con mansedumbre a nuestros hermanos, considerándonos a nosotros mismos primero para que no caigamos en tentación de la misma falta, porque dice: ...cada uno llevará su propia carga... vs5.
Si bien estamos obligados como miembros del cuerpo de Cristo a servirnos los unos a los otros, también sabemos que Dios es amor, pero no el amor humano, sino el Espiritual de Cristo, el cual ama de manera sobrehumana, con propósito y permaneciendo siempre fiel. Sirvámonos pues los unos a los otros, y sobrellevemos las cargas de los hermanos, porque si nos amamos los unos a los otros conocerán todos que somos discípulos de Cristo.
Para estudiar la Ley de Cristo y aplicarla a nuestra vida como discípulos, de manera espiritual encontramos siete apartados en los que aplicarla:
1.- El Evangelio y La Pasión.
2.- Venid a mi los que estáis cargados.
3.- El sacerdocio. El yugo de Cristo. Toma tu cruz. El alma.
4.- El amor.
5.- La Iglesia. La familia de Dios. La amistad.
6.- La carne y la mente.
7.- El Espíritu.
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